
Francisco Jiménez de Cisneros o Giménez de Cisneros, cuyo nombre de pila era Gonzalo, más conocido como el Cardenal Cisneros fue cardenal, arzobispo de Toledo y primado de España, perteneciente a la Orden Franciscana , tercer inquisidor general de Castilla y regente de la misma a la muerte de Fernando el Católico. A la muerte de Felipe el Hermoso presidió también el Consejo de Regencia que asumió el gobierno sin consentimiento de la reina Juana, hasta la llegada de Fernando el Católico.
Tras el fallecimiento de su padre, regresa a Castilla y consigue el arciprestazgo de Uceda, enfrentándose con el arzobispo de Toledo, lo que significó el encarcelamiento de don Gonzalo por el arzobispo Carrillo durante algunos años. A pesar de su reclusión, Cisneros no renunció a su cargo, en el que fue mantenido por el cardenal Gónzalez de Mendoza, aunque el encierro debió de durar poco tiempo según se deduce en algunas biografías, pues poco después, en 1478, Cisneros era capellán mayor de la catedral de Sigüenza.
Sufrió una profunda crisis
espiritual que le llevó a entrar en la orden de los franciscanos; fue entonces
cuando sustituyó su nombre de Gonzalo por el de Francisco en honor a San
Francisco de Asís. Se encerró en el convento de la Salceda y durante siete
años llevó una vida monacal.
De allí lo sacó la reina
Isabel la Católica
en el año 1492, tras convencerle de que aceptara ser su confesor, siguiendo los
consejos del entonces arzobispo de Toledo, el cardenal González de Mendoza,
primer protector de Cisneros.
Isabella Católica tuvo en Cisneros
no sólo un confesor, también un consejero. Al morir la reina, Juana I de
Castilla y su esposo Felipe de Habsburgo fueron nombrados reyes de Castilla. El
24 de septiembre,3 un día antes de la muerte de Felipe I, los nobles acordaron
formar un Consejo de Regencia interina para gobernar provisionalmente el reino4
presidido por Cisneros y formado por el Almirante de Castilla, el Condestable
de Castilla, Pedro Manrique de Lara y Sandoval duque de Nájera, Diego Hurtado
de Mendoza y Luna, duque del Infantado, Andrés del Burgo, embajador del
Emperador, y Filiberto de Vere, mayordomo mayor del rey Felipe
Isabel
Supo ver que toda renovación empezaba por la educación y, sin ser un erudito,
fundó en Alcalá de Henares una de las instituciones que más ha influido en la
cultura española: la
Universidad Cisneriana.
La universidad fue fundada
en el año 1499 a partir del antiguo Studium Generale de Alcalá de Henares, del
que Cisneros fue alumno. La
Universidad de Alcalá fue la primera universidad
renacentista, humanista y universal. Cisneros fue consciente de la
transcendencia de su fundación y no escatimó esfuerzos para dotar a su Colegio
del marco urbanístico adecuado, de una buena financiación y de los mejores
maestros de la época, por lo que la villa de Alcalá de Henares se vio
enormemente beneficiada con ello. La primera piedra del edificio que lo
albergaría la puso Cisneros el 14 de marzo de 1501; en 1508 comenzaron las
clases y en 1510 dotó a su fundación de unas Constituciones. Cisneros dotó a la
nueva Universidad de Alcalá con una magnífica biblioteca, donde un elevado
porcentaje de libros versaba sobre ciencias naturales.
Además sustituyó el
deteriorado templo medieval de San Justo por un bello edificio gótico. Se trata
de la Iglesia
Magistral de Alcalá de Henares
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